Divertirse hasta morir: el análisis
Neil Postman, un prestigioso periodista neoyorquino, analiza en su libro Divertirse hasta morir: el discurso público en la era del “show business” cómo ha cambiado la forma de hacer periodismo en EEUU desde la llegada de la televisión. El autor critica la manera que tiene este medio de transmitir los mensajes al público. La línea argumentativa que Neil Postman sigue en su trabajo se centra en los cambios que se están produciendo en la actualidad en el discurso público (el que ponen en práctica los medios) como consecuencia de la aparición de la televisión. Ahora predomina la cultura de la imagen frente a las ideas y los medios de comunicación han creado un nuevo sistema basado en la búsqueda permanente del entretenimiento. Esto es lo que Postman denomina “show business”.El libro se estructura en once capítulos en los que el autor analiza los principales factores que han producido los cambios en la comunicación y explica cómo y por qué el modelo televisivo predomina sobre el resto de los medios.
CAPÍTULO 1: EL MEDIO ES LA METÁFORA.
Desde hace ya varias décadas, EEUU es un país volcado con la idea de entretenimiento y, por tanto, se ha instaurado una nueva cultura donde el discurso público toma, cada vez más, la forma del espectáculo. Un espectáculo donde la imagen resta importancia a la ideología y en la que se busca lo entretenido como principal valor comunicativo.El cometido más importante de los medios de comunicación es mostrar la verdad de lo que acontece en la sociedad. La gente ha aceptado la idea de que por si solos no son capaces de entender qué es lo que pasa en el mundo y aceptan como verdadero aquello que transmiten los medios. El peligro de todo esto, como advierte Postman, es que dependiendo del medio la verdad cambia, es decir, cada uno ofrece “su verdad”.En el caso de la televisión, el discurso se transmite mediante la imagen visual dejando en un segundo plano la palabra. El problema es que este medio se preocupa más de la estética y de la apariencia que de los mensajes que se transmiten y prima lo entretenido frente a las noticias serias y duras. Llegados a este punto Postman se plantea qué credibilidad puede tener un medio más interesado en el rostro de sus presentadores que en ofrecer una buena información. Esto se relaciona con la idea de que las formas de los medios favorecen ciertos contenidos, que son capaces de llegar a cambiar una cultura. Esta es la cultura actual, dominada por la televisión y su forma de ver el mundo, la “cultura de la imagen”.Cada medio de comunicación pone en práctica una forma única de discurso y dependiendo de ésta cambia el contenido. En cada sociedad predomina una cultura distinta pero existen diferentes versiones de ella ya que cada medio expone la suya, por eso hablamos de que el medio es la metáfora. Por tanto, es muy difícil saber cuál es la más adecuada. Para Postman, la visión de la televisión es la más inoportuna y la que da la letra impresa la más relevante.
CAPÍTULO 2: LOS MEDIOS COMO EPISTEMOLOGÍA.
La epistemología se centra en el estudio de la naturaleza y del origen del conocimiento. Neil Postman utiliza este término para referirse a la verdad con relación a los medios de comunicación. Este periodista afirma que la verdad se ve condicionada por la forma en que se transmite. De esta idea surge el debate de la defensa de la palabra hablada para transmitir la verdad frente a la defensa de la escritura como fuente de información más fiable. Así, la televisión se basa en la imagen apoyada por la palabra y la prensa tiene como eje principal el poder de la letra impresa.De esta forma, con la llegada de la televisión la prensa pasó a un segundo plano y se impuso una nueva forma de discurso público. Un discurso que otorga el papel principal a la imagen y que pone el acento en el factor emocional de cara al público. Neil Postman critica esa nueva forma de comunicación ya que un medio que se basa en la forma del espectáculo y que busca entretener más que informar no merece ninguna credibilidad porque la verdad que transmite carece de fundamento y argumentación.
CAPÍTULO 3: LA TIPOGRAFÍA EN LOS EEUU.
El autor de este libro recalca la importancia de la aparición de la letra impresa y la gran repercusión que tuvo en la sociedad norteamericana del momento. En un país donde la mayoría de sus habitantes eran analfabetos, la llegada de la escritura supuso un cambio radical en la cultura dominante en aquellos años. Gracias a la impresión la gente empezó a formarse y aprendió a leer y a escribir y a conocer el mundo. La letra impresa llegaba a todas las clases sociales sin distinción y favoreció la aparición de una nueva sociedad más unida eliminando las diferencias entre los diferentes grupos. En definitiva, creó un nuevo modelo comunicativo que acababa con la primacía de la tradicional cultura oral que era imprecisa, modificable y que desaparecía con el tiempo.El primer uso que se dio a la imprenta fue crear boletines informativos. Posteriormente, también se utilizó para inmortalizar la literatura y, finalmente, su uso pasó a ser casi exclusivo de los periódicos. Los diarios se consideraban la principal fuente de sabiduría donde residía la verdad y el conocimiento. Pero la primacía de los periódicos se vio perturbada con la aparición de las grandes salas de conferencias donde la palabra oral cobraba fuerza. Postman señala que aunque surgieron las conferencias como alternativa a la prensa, este tipo de oratoria era diferente a la que se practicaba antes de su creación. Ahora se llevaba a cabo la llamada “oratoria impresa” en la que el discurso se basaba en los principios básicos de los periódicos. Esta situación cambió radicalmente con la llegada de la televisión que acaparó la atención del público y estableció una nueva forma de discurso público que relegó a la letra impresa.
CAPÍTULO 4: LA MENTE TIPOGRÁFICA.
En el siglo XIX, en EEUU la oratoria se consideraba un elemento fundamental para la formación de los ciudadanos norteamericanos, sobre todo en relación a la educación política. El público permanecía horas sentado en silencio escuchando a los conferenciantes. Actualmente, es casi imposible encontrar un público así ya que nos encontramos con una nueva cultura que, con la imprenta y sobre todo con la televisión, ha cambiado las formas del discurso político basado en un lenguaje sencillo tanto oral como visualmente.El lenguaje utilizado en la oratoria se basaba en la argumentación como forma de discurso predominante. De esta manera, el discurso público tomaba como base el estilo de la palabra impresa. Principalmente, se buscaba la comprensión del significado de los mensajes por parte de los oyentes para lo que se utilizan recursos propios de la prensa. En esto consistía, según Postman, la “mente tipográfica”: la palabra oral toma como referencia la palabra escrita. Por tanto, el discurso público tenía una estrecha relación con la imprenta.Actualmente, la situación ha cambiado. Mientras que en el siglo XIX lo que primaba en el discurso oral era el contenido y su significado, con la aparición de la televisión como medio predominante la palabra oral busca más el entretenimiento y se basa en el poder de la imagen como recurso más relevante.Por otra parte, la utilización de la publicidad en los medios de comunicación ha cambiado con el paso de los años. En la era de la imprenta, la publicidad apelaba al entendimiento, no a las emociones y su principal objetivo era trasmitir información para proponer diferentes ofertas. La televisión cambió este concepto de publicidad que pasó a considerarse más un como elemento propagandístico cuyos ejes fundamentales eran la imagen y la apariencia. Como señala el autor del libro, la imprenta dio paso al show del espectáculo.
CAPÍTULO 5: EL MUNDO DE LA DIVERSIÓN.
Con la aparición de nuevos medios de comunicación de masas, decae la importancia del espacio como factor principal para transmitir la información y cambian las formas del discurso de cara a los receptores.La invención del telégrafo supuso una grave ruptura con el tipo de discurso que se practicaba anteriormente, basado en la palabra escrita. Aparece un nuevo tipo de discurso fragmentado en el que la información se presenta sin sus antecedentes y sin sus posibles consecuencias, es decir, aparece descontextualizado. Lo importante ahora es el consumo masivo de esa información independientemente de su contenido y su forma. Por otra parte, con la llegada del telégrafo se da más importancia a las noticias triviales que antes no tenían ninguna relevancia. Esto se debe a la aparición de una nueva ideología cuyo objetivo principal es alcanzar el éxito comercial restando importancia a la calidad de los mensajes que se transmiten.Este nuevo tipo de discurso, además, no está enfocado a la utilidad de la información. No fomenta la acción de los receptores y los convierte en un público pasivo perdido en un mar de información que no saben cómo utilizar.Por otra parte, con la aparición de la cultura de la imagen llega la fotografía a los medios de comunicación como recurso fundamental para trasmitir conocimiento. Es la llamada revolución gráfica donde los protagonistas son la imagen y los símbolos. Postman apunta en su trabajo que si bien es cierto que la fotografía aporta credibilidad a la información que acompaña y ayuda a comprender los acontecimientos que se describen, también tiene graves inconvenientes que hacen que no se pueda considerar como elemento principal en la comunicación sino como un apoyo a la palabra escrita.La fotografía se centra en un elemento o en una situación particular, de forma que aísla el acontecimiento sin presentar su contexto. Así, puede ser entendida como elemento fundamental de apoyo a las noticias telegráficas pero no como sustituta de la palabra impresa. Los medios que surgieron después continuaron con las tendencias del telégrafo y de la fotografía. La televisión fue su principal seguidor. Tomando las características de la información telegráfica y del elemento fotográfico transformó el discurso público orientándolo hacia el entretenimiento y el espectáculo.
CAPÍTULO 6: LA ERA DEL “SHOW BUSINESS”.
Neil Postman critica continuamente en su libro la forma de hacer periodismo de la televisión. El autor establece que “la caja tonta”, como la llama varias veces en su trabajo, creó una nuevo tipo de discurso que denomina “show business”.Postman afirma que cada medio está sujeto a su tecnología ya que ésta determina la forma y el contenido de sus mensajes. Así, la tecnología de la televisión propicia un tipo de información comercial porque toma como base el elemento visual que busca principalmente entretener a su público adoptando la forma de espectáculo (ahora la comunicación se concibe sobre todo como un negocio). El discurso televisivo, según Postman, carece de argumento y de significado, presenta la información descontextualizada y no profundiza en las noticias que elabora.Si la televisión presenta este tipo de información, ¿por qué la gente acude a ella? El autor del libro señala que la sociedad utiliza la televisión para saber lo que ocurre en el mundo principalmente porque “lo muestra todo”, es decir, presenta lo que acontece a diario de forma puntual (aunque sea de una forma esquemática y simple). Además, la gente considera que es rápida, ya que no disponen de mucho tiempo, y más entretenida.
CAPÍTULO 7: “¡Y AHORA...ESTO!”
Neil Postman señala en su trabajo que en la televisión nada se toma en serio; a cada noticia le sigue una mejor, más espectacular, a la que se dedican apenas 40 segundos olvidando rápidamente lo ocurrido por muy trágico que haya sido. Esta es la filosofía de “¡y ahora... esto!”, que defiende la teoría de que la televisión es una sucesión de mensajes escasamente elaborados, música, publicidad y presentadores con un rostro agradable para el público. Este tipo de discurso no hace sino restar importancia a los acontecimientos de los que se informa.Las noticias que se ofrecen son fragmentadas, sin presentar sus antecedentes ni anticipar las posibles consecuencias, simplemente hacen que las noticias sean entretenidas. Así, lo único que se consigue es una discontinuidad en la información: la noticia ocurre, se cuenta en 30 segundos, se olvida y se pasa a la siguiente.Los dos principales problemas que derivan de esto son que el resto de los medios de comunicación, en mayor o menor medida, están imitando la forma de transmitir la información de la televisión y que la búsqueda del entretenimiento como objetivo principal está llevando a la anticomunicación preocupada más por la imagen que por el contenido.De esta forma, se observan en la televisión una serie de rasgos distintivos en su discurso: se buscan presentadores con buena apariencia, cuya imagen parezca agradable y transmita credibilidad (“unos presentadores que permanecen inmóviles en sus asientos sin gesticular lo más mínimo”, señala Postman), la publicidad separa bloques de noticias siendo un elemento más de la información, el tiempo que se dedica a cada noticia es escaso para entender realmente su significado y, por último, el recurso de la música como el factor más visible de la concepción de la televisión como un espectáculo más.
CAPÍTULO 8: CAMINO DE BELÉN.
En este capítulo, Neil Postman analiza el tema de la religión en la televisión, cómo se presenta al público y qué recursos utiliza. Como mantiene en el resto del libro, la religión en este medio también se concibe como un espectáculo cuya meta es entretener a los receptores en “el circo del show business”. Postman critica sobre todo cómo los programas religiosos se presentan como una especie de teatro donde el verdadero culto pierde su esencia al ser mostrado como un espectáculo. El espacio no es el adecuado ya que no hay ningún elemento que permita relacionar el tema religioso con lo que el espectador está viendo. Tampoco se siguen las normas de conducta propias de la religión. Es un programa más de divertimento en el que se tocan algunos temas religiosos, pero sólo aquellos que entretengan al público.En la televisión, incluso el asunto religioso se vuelve comercial; se trata a los tertulianos (normalmente religiosos) como celebridades de forma que el culto se transfiere de Dios a las personalidades y, además, hay una fuerte presencia publicitaria. El secreto del éxito de estos programas, según el autor de este libro, reside en su estética.La conclusión a la que llega Postman es que la cultura pierde su esencia en la televisión ya que, en este caso, el contenido religioso no aparece en los programas sino que es el contenido televisivo el que impregna los temas religiosos.
CAPÍTULO 9: ALARGAD LA MANO Y VOTAD A ALGUIEN.
Como en el resto de los temas que se tratan en la televisión, la política no es una excepción y se presenta como un espectáculo. En el caso del tema político esta tendencia se acentúa debido a su trascendencia para la sociedad. Ahora el espectáculo se basa en la propaganda y en la información comercial; se busca el entretenimiento para calmar el descontento de la gente. Como consecuencia de esto, la política se convierte en anuncio y las características del anuncio son las que determinan el discurso público. La política en televisión se basa en la imagen (la “política de la imagen”) para lo que se utilizan diversos recursos para transmitir el mensaje oralmente apelando a la emoción y al sentimentalismo y creando celebridades (Postman señala que los políticos son de todo menos políticos).Todo esto está orientado a conseguir el voto de la gente en las elecciones. La imagen de los candidatos condiciona la elección de los ciudadanos; gana el que tiene mejor apariencia (esta es la “política de la televisión”) no el que presenta la mejor propuesta. Para Neil Postman la política carece de contenido. Esta situación se agrava ya que la gente acude a la televisión y no a los libros para informarse y formarse una opinión. Así, influidos por la importancia que la televisión otorga a la apariencia los votantes sólo buscan una imagen adecuada y una buena presencia en los candidatos.
CAPÍTULO 10: LA ENSEÑANZA COMO ACTIVIDAD DIVERTIDA.
Con la aparición de programas como “Barrio Sésamo”, la televisión empezó a considerarse como un método más de enseñanza para los niños y los adolescentes. Ahora la tele además de entretener, enseña y, de hecho, empieza a difundirse la idea de que la mejor educación para los jóvenes es aquella que a la misma vez que amplia sus conocimientos les divierte. De esta manera, con la televisión aparece una forma de enseñanza que, según Neil Postman, es totalmente contraria a los métodos que se siguen en la escuela y, por tanto, distancia a los niños de ella. Así, la única manera de mantener la atención de los estudiantes en las aulas es trasladar la manera de enseñar de la televisión a las clases. Esta enseñanza televisiva concibe entretenimiento y educación como elementos indispensables y complementarios. Buscando el divertimento de los niños, las asignaturas que se imparten en las escuelas ahora reducen la explicación y dedican más tiempo a los elementos visuales. Como señala el autor del libro “el contenido de las clases se ha convertido en un espectáculo donde la mejor enseñanza es aquella que se desarrolla en una especie de marco teatral”.
CAPÍTULO 11: LA ADVERTENCIA HUXLEYANA.
Neil Postman hace referencia en su trabajo a la advertencia de Huxley que señalaba que los medios ejercerían tal influencia en los receptores que éstos terminarían por sucumbir a ellos y dejarían de pensar por sí mismos. Así, el público ya no se preocupa por mantener su cultura que, con el dominio de los medios sobre los receptores y en especial de la televisión, ha pasado a ser una forma más de entretenimiento perdiendo su esencia. El autor de este libro propone algunas soluciones para acabar con la mirada pasiva del público frente a la televisión. Lo principal es que la gente asuma que el principal problema no es lo que se mira sino cómo se mira. Pero ante el gran poder de la televisión, el público no puede aprender a mirar por sí solos por lo que se necesita la ayuda de la educación y la formación, sobre todo en las escuelas. En las aulas, los niños deberían aprender desde pequeños a saber interpretar lo que ven los medios. En definitiva, hay que enseñar a ver.