El amigo que nunca falla
Según Cáritas, en España existen 1.500.000 voluntarios colaborando en más de 1.000 proyectos sociales y educativos
Cuenta una conocida leyenda medieval que cuando el rey Arturo armaba a los caballeros les cruzaba los hombros con su sable y, consciente de la responsabilidad que les encomendaba, decía a cada uno: “¡Llevad señor, si podéis, tanto honor y tanta gloria como os deseo!” Aquellos que empuñaban las espadas sabían que tenían la misión de luchar para defender a los demás, ayudar a los más necesitados y acoger a los pobres del camino.
Actualmente, los voluntarios son los caballeros andantes de nuestro tiempo, como Quijotes en cuya locura asumen la causa de los más débiles y denuncian las estructuras de poder injustas para conseguir la dignidad y la igualdad de cada comunidad, de cada grupo, de cada persona. El voluntario asume su papel con el idealismo de ese Caballero de la Triste Figura que se mueve por un mundo donde lo toman por loco.
Según Cristóbal Sánchez Blesa, profesor de Pensamiento Político y Social de la Universidad Complutense de Madrid, el voluntariado es un fenómeno sociológico que surgió en los años sesenta como reacción a toda forma de discriminación por causa de raza, sexo, creencias, cultura, situación económica, edad o ideas políticas participando en algún proyecto solidario dentro de cualquier organización humanitaria. Cáritas cifra en 1.500.000 los voluntarios que actualmente colaboran en más de 1000 proyectos sociales y educativos en nuestro país, superado sólo por Francia en toda Europa.
El voluntario es una persona que, por elección propia, dedica parte de su tiempo a la acción solidaria, altruista, sin recibir remuneración por ello. Cristóbal Sánchez describe a la persona voluntaria como “un individuo que respeta a los demás, generoso, amable, servicial, cariñoso, capaz de ponerse en el lugar de otros, paciente, comprometido con sus decisiones y con gran sentido de la responsabilidad”. Pedro Rodríguez Martínez, voluntario de la Policía Local de Leganés desde hace más de ocho años, confiesa que “todos los que formamos parte del voluntariado cambiamos nuestra forma de ser y de ver la vida para afrontarla mejor. Sobre todo aprendemos a dialogar con las personas, a controlar situaciones conflictivas y a comprender otras formas de pensar distintas”.
José Carlos García Fajardo, responsable del programa de Ayuda Social de Cáritas en España, señala que para ser voluntario hay que poner en práctica cuatro conceptos fundamentales: libre elección, solidaridad, acción y organización. La acción voluntaria es resultado de una libre elección, sin presiones ni obligaciones, que no espera retribución o recompensa. La acción solidaria sólo existe cuando ésta repercute en otras personas que no sean la propia voluntaria. Su interés es colectivo, general y público ya que intenta dar respuesta a necesidades, problemas e intereses sociales. Por otra parte, el voluntariado no es sólo un valor ético o una actitud sino una práctica concreta, es acción. Frente a la improvisación y la espontaneidad, se requiere actuar de forma coordinada para lo que se necesita llevar a cabo los cometidos a través de algún tipo de organización o asociación solidaria de carácter independiente, no gubernamental para diferenciarse de la acción de los poderes políticos o de las empresas privadas.
Asimismo, José Carlos García afirma que no sólo hay una forma de ejercer la acción solidaria sino que existen diferentes maneras de hacerlo. El voluntario puede actuar formalmente (organizado) o informalmente (mediante una acción individual), en un sector público o privado y de forma esporádica o continuada. Además, existen cuatro tipos diferentes de actuación: la ayuda mutua o autoayuda, la filantropía o servicios para otros, la participación y la promoción y realización de campañas.
En la ayuda mutua, los voluntarios se unen en grupos reducidos para cooperar con los miembros del mismo. En la filantropía, el principal beneficiario de la acción voluntaria no es un miembro de ese colectivo sino un tercero. Por participación se entiende el papel que juegan las personas en los procesos y acciones del gobierno para conseguir un poder justo y equitativo. La última de las formas de ejercer el voluntariado es la promoción y realización de campañas para fomentar los cambios sociales y proponer soluciones a los problemas de interés general. Francisco Javier Muñoz se encarga de enseñar y organizar actividades deportivas en el Centro Penitenciario de Alcalá Meco para chicos de entre 16 y 21 años, la mayoría magrebíes: “esta experiencia en la cárcel es muy gratificante para mí ya que estos jóvenes necesitan afecto, que yo les puedo dar. Ellos me enseñan cosas de su cultura y yo procuro darles a conocer la nuestra”.
Pasos a seguir
Según Carlos Miguélez, coordinador de actividades culturales de la Asociación Española del Voluntariado (AEVOL), la persona que decide ser voluntaria debe seguir cinco pasos básicos para lograr su objetivo. En primer lugar, debe examinar cuáles son sus motivaciones. La acción solidaria se lleva a cabo por dos tipos de razones fundamentales: ideológicas, éticas y morales, que le hacen sentir como suyos los problemas de otros y lo mueven a mejorar la sociedad y razones personales, por la necesidad de sentirse útil y conocer experiencias y gente nueva. En cualquier caso, el voluntario sabe que no obtendrá ningún beneficio económico por su labor.
El segundo paso es determinar el campo de actuación. Existe un amplio abanico temático donde se puede desarrollar la acción voluntaria, pero las actividades más importantes se centran en el sector social, dedicado al apoyo a personas y colectivos excluidos socialmente, en el ámbito cultural, destinado a la conservación de los rasgos culturales propios de cada lugar, en el tema educativo, para la alfabetización y enseñanza de los más desfavorecidos, en el desarrollo medioambiental, encaminado a la protección de especies y espacios naturales y, por último, en el sector sanitario, para el desarrollo de hábitos de vida saludable y combatir enfermedades.
Una vez elegido el marco de trabajo es necesario definir las ocupaciones o los cometidos que se van a desempeñar. Las principales tareas que llevan a cabo los voluntarios son: investigación sobre temas conflictivos y sus posibles soluciones, información y sensibilización dando a conocer los problemas y necesidades sociales, orientación y asesoramiento para ofrecer apoyo a personas o colectivos en situación de necesidad, formación, reivindicación y denuncia, captación de fondos y recursos para el desarrollo de actuaciones solidarias, planificación y gestión de proyectos sociales, mantenimiento, gestión y promoción de organizaciones solidarias, cooperación con otras asociaciones y reclutamiento de nuevos voluntarios.
El cuarto paso según Miguélez es tomar contacto con las organizaciones solidarias para conocer su funcionamiento y prepararse para integrarse en el voluntariado. En estas asociaciones se participa en sesiones formativas que mejoran la capacidad de actuación, se leen proyectos y memorias que ayudan a entender el trabajo y se entra en contacto con otras personas que ya están desempeñando esa actividad. Asimismo, es fundamental conocer los deberes, basados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, que cada individuo adquiere al ser voluntario.
Por último, hay que participar, actuar activamente en los proyectos e implicarse en cada caso con un fuerte compromiso. “Llevo un año como voluntaria y, en este tiempo, he descubierto que de verdad se pueden hacer cosas para defender aquello en lo que crees. El trabajo que realizo se centra en la defensa de los derechos de la mujer. Ayudo a las mujeres maltratadas a salir de su situación dándoles una información que ellas desconocen y, además, yo también aprendo muchas cosas de ellas”, confiesa Marga Flores Tomicos, voluntaria en la Federación de Mujeres Progresistas.
Fruto del continuo crecimiento del movimiento voluntario, se han creado en nuestro país diversos mecanismos para regular esta actividad como la Ley Estatal del Voluntariado 6/1996 y el Código de Conducta de las ONG de 1998 que somete a estas asociaciones a ciertas normas para garantizar la trasparencia y la calidad de sus ayudas. Por otra parte, las Naciones Unidas proclamaron en 1985 el 5 de diciembre como Día Internacional del Voluntariado y declararon el 2001 como Año Internacional de los Voluntarios para promover esta iniciativa y garantizar el reconocimiento en el ámbito internacional de la generosa labor de millones de personas solidarias que, en los distintos rincones del mundo, participan en actividades humanitarias. Como dijo en 1985 el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Pérez de Cuellar, “sin obtener nada a cambio ofrecen su mano a cualquier persona en cualquier momento”.
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