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Desde una silla de ruedas

Cuando Christopher Reeve hizo la primera versión de Superman frecuentemente le pedían que definiera a un héroe. Él decía que un héroe era alguien que realizaba con valentía y coraje una acción sin medir las consecuencias. Hoy, después de sufrir en mayo de 1995 un accidente que lo dejó parapléjico, Reeve piensa diferente. “Creo que un superhéroe es una persona común que de alguna manera encuentra fuerzas para superar enormes obstáculos. Ellos, y los familiares que están a su lado, son las personas más valientes que conozco”, dice en su libro “Still me” (Sigo siendo yo).Uno de esos “superhombres” es Federico Pinilla. Federico es licenciado en Dirección y Administración de Empresas, domina el inglés, posee dos másters (uno en la Autónoma de Madrid y otro en la Universidad de Standford, en Londres), maneja perfectamente diversos programas informáticos y es, actualmente, responsable de un programa de radio. Además de todo eso, Fede, como le llaman sus amigos, es ciego. Ésta es la característica que más pesa en su currículum a la hora de buscar empleo; al menos, eso piensa tras acudir a varias entrevistas de trabajo donde su experiencia no ha sido agradable: “Todavía hay mucha gente que no se cree que los ciegos podamos trabajar como cualquier otra persona. Hace tiempo fui a una conocida consultora internacional. Tenía noticia de que no contrataban a personas con minusvalía pero, aún así, envié el curriculum. Me llevé una gran sorpresa cuando me llamaron; en la entrevista me dijeron que cumplía el perfil que buscaban y que ser ciego no era un problema para la empresa. No volví a tener noticias de ellos”.

Lamentablemente, el caso de Federico no es el único. Todavía existen muchos prejuicios, entre los empresarios y la sociedad en general, relacionados con la capacidad laboral de las personas con minusvalía. Una persona discapacitada es aquella que tiene impedida o entorpecida alguna de las actividades cotidianas consideradas normales por alteración de sus funciones intelectuales o físicas. La discapacidad puede ser mental, física o relacionada con trastornos del desarrollo y de la comunicación. Esta condición es la que la sociedad tiene en cuenta a la hora de contratarlos, considerándolos inferiores a los demás (un 80% de los discapacitados permanece inactivo). Pero, pese a su discapacidad, son personas capaces y útiles, deseosas de que se les brinde una oportunidad para desarrollar todas las habilidades que poseen.

“Tres de cada cuatro discapacitados no tiene trabajo”

España se incorporó tarde al proceso general de integración de personas con discapacidad y eso se nota en los niveles generales con respecto a otros países. Según la última encuesta realizada por el INE (Instituto Nacional de Estadística) sobre “Deficiencias, Discapacidades y Estados de Salud”, en nuestro país existen alrededor de 2.300.000 disminuidos de los que 1.200.000 está en edad  de trabajar. La tasa de paro de las personas con discapacidad que quieren trabajar es del 25,83%, mientras que en el resto de la población la tasa de un 15,86%. En el resto de Europa, la situación no es mucho mejor. CERMI (Comité Español de Representantes de Minusválidos) establece que casi 40 millones de ciudadanos europeos (casi un 12%) ven dificultada su participación en la sociedad por las situaciones de discriminación que padecen en relación con el empleo. Tres de cada cuatro discapacitados no tienen trabajo y los pocos que acceden al mercado laboral se encuentran en clara inferioridad de condiciones con respecto al resto de trabajadores, incluso reciben remuneraciones inferiores a las de sus compañeros por el mismo trabajo (esta circunstancia se ve incrementada cuando se trata de mujeres con discapacidad o discapacitados severamente afectados).Luis Cayo Bueno, director del CERMI, apunta algunos de los problemas más comunes con los que se encuentran estas personas cuando deciden trabajar. El señor Bueno señala que en una situación como la española, en la que el empleo es bien escaso, las personas que pertenecen a grupos vulnerables ven aumentadas sus dificultades notablemente. Otras veces, el obstáculo viene dado por la existencia de estereotipos y prejuicios, sobre todo de los empresarios, en relación a la capacidad de trabajo de los discapacitados. “No sólo se les consideran candidatos de inferiores condiciones, problemáticos, o simplemente raros- confiesa -, sino que incluso no se entiende que una persona con minusvalía quiera trabajar”. Otro factor de exclusión, es el déficit informativo; sólo 1 de cada 26 discapacitados tiene un título educativo superior frente a 1 de cada 6 en la población general. A esto, según Cayo Bueno, hay que añadir las barreras arquitectónicas en los centros de trabajo como la carencia de rampas, ascensores, la falta de adecuación de los sistemas de transporte etc.

Los problemas a los que se tienen que enfrentar los discapacitados son fruto, fundamentalmente, de la visión que tiene de ellos la sociedad. La comunidad cree que las personas con discapacidad no tienen ninguna habilidad que les permita ganarse la vida y sólo se ve de ellas su padecimiento. La falta de integración es provocada por los impulsos económicos, y no sociales, que mueven a la sociedad. El empresario – aunque cada vez menos – asocia “discapacitado” con “problemas”. Piensa que el disminuido rinde poco, que coge muchas horas de baja por su enfermedad, que va mucho al médico y que, por tanto, trabaja menos. Esto deriva en menos productividad y menos dinero y por eso nos los contratan. Muchas empresas no cumplen la LISMI (Ley de Integración Social de Minusválidos), que establece que al menos un 2% de los puestos de trabajo debe quedar reservado para personas discapacitadas. La Encuesta sobre Actitudes de Intolerancia y Discriminación mostró que un 35% de las personas cree que quienes tienen discapacidad obstaculizan una buena realización del trabajo. Mariano y José son dos discapacitados psíquicos, empleados de Ibermail, que aseguran que la sociedad es en muchas ocasiones poco solidaria con ellos porque les falta información.

     Aunque son muchas las actuaciones necesarias para fomentar la integración laboral de los minusválidos, son cuatro los elementos indispensables para llevarla a cabo: la formación, la adquisición de determinadas habilidades, la motivación y la potenciación de servicios especializados. Isabel Torras Genís, profesora de las Escuelas Universitarias de Trabajo Social y Educación Social, analiza con detenimiento estos factores; el nivel formativo de los discapacitados es muy bajo debido a diferentes razones y en el mundo laboral la formación es un eje fundamental. También es necesario que estas personas adquieran una serie de habilidades personales y sociales, de las que carecen debido a su discapacidad, para desenvolverse en el mercado laboral. La motivación es fundamental para conseguir su adaptación. Es importante incrementar su autoestima, su autonomía personal y hacerles saber que se confía en ellos. Todo esto debe respaldarse con la mejora y el desarrollo de servicios especializados de ayuda y educación. Estos servicios se centran en la supresión barreras arquitectónicas y en la formación de directivos y profesionales. Consiguen adaptar el lugar de trabajo o estudio a las necesidades de cada persona (acceso, mobiliario, útiles de trabajo) e invierten en programas de formación de educadores, terapeutas, logopedas etc., que actúan de mediadores entre los discapacitados y el mundo laboral.           

Según el CERMI, las ofertas de empleo para minusválidos se quedan sin cubrir en 8 de cada 10 empresas. Esto se debe a la falta de cualificación profesional de los minusválidos. En la Unión Europea, dos tercios de estas personas no terminan la educación secundaria y, entre los que lo logran, sólo un 10% llega a la universidad. En España, el 37% no tiene ningún tipo de formación. Entre los que tienen algún estudio, el 78% carece de cualificación específica y abandona los estudios tras cursar la ESO, de acuerdo con los datos del INE.           

Para potenciar esta formación y su posterior integración laboral, se necesitan, en primer lugar, adaptaciones curriculares. Estas adaptaciones se deben realizar durante todas las etapas de la enseñanza para que los alumnos con algún tipo de deficiencia puedan seguir, en igualdad de oportunidades, el currículum o actividades escolares normalizadas. En segundo lugar, es necesario un asesoramiento vocacional realista y ajustado a las posibilidades reales de cada persona. Y por último, es imprescindible desarrollar programas de inserción socio- laboral como los Centros Especiales de Empleo (CEE). Estos centros dan preferencia a los minusválidos la hora de contratar personal y reservan al menos un 70% de las plazas para ellos. Aquí se les prepara para acceder al mercado de trabajo. “La idea principal es que pasen a empresas normales cuando estén preparados, pero en la práctica sólo un 2% lo consigue”, manifiesta José María Arroyo, presidente de la ONCE. 

Nuevas tecnologías           

 Los avances tecnológicos, y en especial Internet, son un instrumento de mejora para la integración social y laboral de las personas con discapacidad. En la computación han encontrado una forma de seguir adelante, de poder aprender y trabajar. Se han creado escuelas en las que se les enseña a manejar un ordenador. En las clases, elaboran textos, realizan operaciones matemáticas y ejercitan el razonamiento. El último invento creado para ayudar a este colectivo es el Braille Hablado (Braille N`Speak). Es una máquina - para personas ciegas- no más grande que un cassette de vídeo, tiene teclado Braille y permite escribir textos, almacenar teléfonos, crear calendarios y agendas, utilizarla como calculadora y guardar archivos. Su mayor adelanto es que es compatible con cualquier procesador de textos.                       

Para hacer cumplir los derechos de los discapacitados y prestar ayudas a sus familias, se han creado numerosas organizaciones tanto a nivel nacional como a nivel internacional. Algunas de las asociaciones más conocidas son la ONCE (para los deficientes visuales), CERMI (plataforma de encuentro y acción de la discapacidad), la Confederación Española de Agrupaciones de Familias y Enfermos Mentales (FEAFES) y la Organización Mundial de Personas con Discapacidad (OMPD). Todas estas organizaciones están amparadas por la Legislación Internacional, en la que se destaca que “cualquier persona con algún tipo de discapacidad tiene los mismos derechos que los demás seres humanos” y que “deben ser protegidos contra toda explotación y todo abuso o trato degradante”. Gracias a las actuaciones de estas entidades, se han logrado numerosos objetivos como la creación del Día Internacional y Europeo de las Personas con Discapacidad, que se celebra el 3 de diciembre.           

Pero las organizaciones existentes no son suficientes. La UE ha manifestado que las barreras presentes en el entorno son todavía muchas y deben ser eliminadas y, para ello, los Estados miembros tienen que aumentar sus ayudas a este colectivo a través de nuevos Planes de Empleo y mayores subvenciones. El objetivo de este iniciativa es crear una Europa sin barreras. A finales de 2001 se aprobó una directiva europea de “no- discriminación laboral por discapacidad” que los países de la UE irán adaptando a sus legislaciones. En España, se prepara una ley que llevará el principio de esa directiva a la práctica y que estará lista para 2003.           

Los datos del INE revelan que, en los últimos cuatro años, 100.000 personas con discapacidad encontraron empleo. Esto supone un logro importante pero todavía hay un gran número de este colectivo que no tiene trabajo. Según CCOO (Comisiones Obreras), el 68% de los hombres discapacitados y el 84% de las mujeres está en situación de desempleo. Esto viene a confirmar que, a pesar de que hay un avance notable, los datos de incorporación real al trabajo reflejan la discriminación que sigue habiendo hacia este grupo de personas. “Me llegaron a preguntar si sería capaz de marcar un número de teléfono, cuando llevo años manejando teclados de ordenador”, dice Elisa Domínguez, máster en Dirección de Empresas y discapacitada psíquica.          

 La discriminación hacia estas personas no está en absoluto fundamentada. Estudios públicos y de la empresa privada revelan que los discapacitados en general, son más constantes en el trabajo, más puntuales, enferman menos y mejoran el clima laboral de la empresa, debido al afecto que se ganan entre sus compañeros. Un estudio realizado por la ONCE revela que los discapacitados son un 87% más responsables que quienes no tienen problemas físicos o mentales; que son un 72% más puntuales; que se ausentan del trabajo un 74% menos que el resto de trabajadores y que la calidad de su trabajo es un 63% mejor que la del resto. Los jefes que tienen a estas personas en sus plantillas están totalmente satisfechos con su trabajo. Así, empresas como Burger King, Mac Donalds, Carrefour o Eroski ya confían en ellos.

El actor Christopher Reeve, el “astro” de Superman, tras quedarse parapléjico por una caída desde un caballo hace más de siete años, declaró que “aceptar tu condición es un paso esencial, y el primero que tienes que dar, en el proceso de rehabilitación”. Además, explicó que en sus sueños nunca aparece en silla de ruedas, lo que, según él, es una muestra de su fuerte convicción de que algún día recuperará la movilidad. El actor es, desde su accidente, un símbolo de esperanza para muchos, porque no se ha rendido en ningún momento. Reeve se ha convertido en un héroe dentro y fuera de la pantalla.

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