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De 1995 a la Europa de los 25

De 1995 a la Europa de los 25
Europa está en movimiento. Este hecho no es nuevo, mejor dicho, nos encontramos en un proceso de transformación que tiene lugar desde la fundación de la CEE en el año 1957 en Roma y que hoy está aumentando considerablemente. La Unión Europea ha sufrido importantes ampliaciones que han contribuido a una estabilización política y económica de la Europa occidental y también desempeñaron un papel importante en el bienestar de todos los países de la entonces UE-15.  

Desde la caída del muro de Berlín en 1989, existen perspectivas totalmente nuevas para la aproximación entre los pueblos europeos que no fue posible en los tiempos de la «guerra fría». Por eso, la ampliación al Este es una posibilidad única para lograr y conservar la libertad, la seguridad y la prosperidad en toda Europa. No obstante hay diferencias notables de las economías políticas entre los países de la UE y entre éstos y los candidatos a la incorporación representando un peligro que no debe ser subestimado. La transformación paso a paso de la UE-15 hacia la UE-27 es un desafío bastante difícil.   El 1 de mayo de 2004 la Unión Europea da, al fin, su gran salto hacia el Este con la adhesión de 10 nuevos países y, por consiguiente, los efectos sobre los países de la UE-15 son inevitables. La llegada de los nuevos miembros, con una situación económica mucho más débil que la media de la UE-15, sumada a la negativa de los estados miembros de aumentar los Fondos Propios del presupuesto de la UE, supuso una nueva redistribución de los gastos presupuestarios destinados a reforzar la convergencia, la competitividad y la cohesión. 

No hay que olvidar, por otra parte, las diferencias significativas entre los Estados miembros. Por un lado, estas diferencias dependen del desarrollo histórico de cada país; por otro lado, hay motivos como la política de empleo de los gobiernos, la flexibilidad para reaccionar a una coyuntura bajista y, sobre todo, los costes de trabajo. Por eso son necesarios esfuerzos que aúnen los intereses de todos los miembros teniendo en cuenta que cada Estado parte de una situación diferente que hay que ir reduciendo paulatinamente. 

Con el nacimiento de la Europa de los 25, comienza una nueva etapa para la Unión Europea. La adhesión de diez nuevos Estados miembros en mayo de 2004 significó un paso más en la solución pacífica de la división de la Europa posterior a la guerra. Con aquella ampliación se pretendieron sentar las bases para una paz duradera. Al ampliarse, la Unión adquirió asimismo una mayor diversidad cultural y regional. Ahora bien, para que se pueda sacar el máximo beneficio de la ampliación, la Comunidad ha de revisar sus políticas al tiempo que debe aumentar la eficacia y el funcionamiento democrático de sus instituciones a fin de responder mejor a las necesidades y las expectativas de los ciudadanos europeos. La ampliación de la Unión Europea es un factor importante para mantener la estabilidad en la región. Por encima de las ventajas económicas y políticas, implica la integración de países europeos que comparten valores y objetivos comunes, a pesar de haber estado separados artificialmente durante la mayor parte del siglo pasado.

Caído el Muro de Berlín, esta quinta ampliación pretende avanzar en la creación de un espacio europeo único y dejar atrás la división impuesta durante décadas por el Telón de Acero. Pero tras este objetivo, existen  también ambiciosos intereses económicos: una Europa de 25 estados y casi 500 millones de consumidores tiene mayor protagonismo e influencia en la economía mundial. Las distintas adhesiones han sido fruto de muchos años de negociaciones que culminaron en la Cumbre de Copenhague de 2002. Durante estos años, los nuevos países miembros han tenido que adaptar su legislación, sus estructuras burocráticas y administrativas, sus economías y sus fronteras, siguiendo las directrices marcadas por el Tratado de Maastricht de 1993. A continuación se muestra el proceso de ampliación del que estamos hablando:                                                                                                                                         

1951 - Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), 6 miembros: Bélgica, Alemania Occidental, Luxemburgo, Francia, Italia y los Países Bajos.

1957 - Tratados de Roma por los que se crearon la Comunidad Europea de la Energía Atómica (Euratom) y la Comunidad Económica Europea (CEE). Los Estados miembros querían así eliminar las barreras comerciales entre ellos y crear un "mercado común".

1967 - Se fusionaron las instituciones de las tres Comunidades Europeas.

1973 - Adhesión de Dinamarca, Irlanda y el Reino Unido.

1979 - Se celebraron las primeras elecciones directas. Desde entonces se han celebrado elecciones directas cada cinco años.

1981 - Adhesión de Grecia.

1986 - Adhesión de España y Portugal.

1992 – El Tratado de Maastricht creó la Unión Europea (UE). Mercado único hacia una Unión Económica y Monetaria.

1995  - Adhesión de Austria, Finlandia y Suecia.

2002 – Llegada del Euro.

2003 - Tratado de Niza, que fija las condiciones para la una UE de los 25.

2004 - Adhesión de Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia y la República Checa

 Estas ampliaciones contribuyeron a una estabilización política y económica de Europa occidental como hemos comentado. Precisamente, vamos a analizar el mercado común en la UE-15 para comprobar cómo ha evolucionado la situación. Ya en el Tratado de Roma de 1957 fueron codificadas las cuatro libertades que forman hoy los pilares del mercado común de la Unión Europea. Éstas son la libre circulación de: 1. Mercancías2. Servicios3. Trabajadores4. Capitales  No obstante, hay grandes diferencias entre los distintos mercados de trabajo europeos, sobre todo en la flexibilidad y en los costes no salariales. Hasta entonces, la regulación de los mercados laborales estaba sujeta a las legislaciones nacionales pero existen redes amplias para la colaboración entre las distintas administraciones por razones de coordinación entre estos diferentes sistemas. 

Los mercados laborales de la UE-15 se caracterizaron por un paro relativamente alto. Se trataba principalmente de un paro estructural, es decir, a pesar de la buena coyuntura en los últimos años y una tasa de crecimiento media del 2 al 3 % existía un nivel de paro europeo que no podía ser reducido a corto plazo. A esta situación, se suma el hecho de que no había un mercado de trabajo europeo único en la UE-15 que armonizara todas las regulaciones normativas y que sentara las mismas bases necesarias para todos los participantes del mercado. La política social formaba parte de la competencia nacional de cada estado miembro. Por eso, las políticas de empleo estaban mal ajustadas o se desarrollaban en su mayor parte aisladas. El único instrumento de una política social comunitaria con peso financiero era el Fondo Social Europeo (FSE).

La Unión Europea crece en pocos años. La ampliación de la UE en esta dimensión Dde la que hablamos significa un crecimiento notable del mercado común. En este contexto, la “teoría de la integración económica” describe cinco efectos principales que están relacionados con la apertura total de las economías europeas:            

• Eficiencia creciente por competición importadora en los PECO.          

• Efectos de “Economies of scale” por acceso al mercado común.          

• Especialización de la producción, un aumento de las variaciones de las mercancías y un nivel del consumo que aumenta en los países del Este.           

• Crecimiento a través de la importación de bienes de capital. 

• Inversiones directas muy altas por razones de la nueva seguridad política y legal.   

El efecto más importante para los estados europeos es un aumento del comercio, sobre todo, con productos de alta tecnología y por lo tanto un incremento de puestos de trabajo altamente cualificados. A causa por las graves diferencias macroeconómicas que todavía existían entre la UE-15 y los PECO se analizaban las ventajas y desventajas o riesgos a los que se enfrentan ambas partes con respecto a los mercados de trabajo.  La diferencia salarial extrema entre los países del Este y la UE-15 era equivalente a un equipamiento de factores de producción distinto. Las empresas occidentales disponen de tecnología alta y del conocimiento para producir mercancías de gran complejidad y de buena calidad. Los países candidatos, por su parte, disponen de productos costosos que se están produciendo sin la necesidad de tecnologías avanzadas y con costes salariales por hora muy bajos. Se trata de una división de trabajo intersectorial. Debido a tasas de paro muy altas, diferencias de la prosperidad y de los sueldos y salarios entre los países de la Unión Europea y los PECO, eran muchas las sospechas de una onda de migración hacia el Oeste, sobre todo a países que tenían fronteras directas con los Estados orientales. La adhesión tiene como consecuencia que los nuevos ciudadanos europeos dispondrían de todos los derechos y libertades que ofrece el mercado común. Por eso, la migración laboral representaba un problema real. En este caso se trataba de una forma de migración diferente de la migración provocada por la ampliación al Sur. En aquel tiempo no había movimientos migratorios fuertes debido a las diferencias moderadas entre la UE-9 y los países candidatos. Estas experiencias no fueron válidas para la ampliación al Este.  

Para los países de la UE-15, el asunto económico “migración” se mantiene problemático a pesar de la ausencia de objeciones relativas por razones político sociales. La ampliación de la Unión Europea fue un paso extenso hacia la dirección de una Europa caracterizada por una paz duradera, bienestar y variedad cultural. La ampliación tiene muchos efectos positivos pero también unas consecuencias problemáticas para el mercado común. La clave es el proceso rápido de la recuperación económica. Ésta es especialmente importante para evitar repercusiones negativas en todos mercados de trabajo. Aquí se necesitan estrategias de alta flexibilidad y de distintas velocidades de integración.

La llegada de los 10 nuevos países

La lista de estados miembros de la UE aumentó de un golpe de 15 a 25. Su superficie se incrementó en un 25% y su población en un 20%, hasta los 450 millones. Desde el punto de vista poblacional, se convirtió en el mercado único más grande del mundo (desde el punto de vista económico, el más poderoso es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte). Los partidarios de la ampliación argumentan que ésta era una oportunidad única para unir definitivamente a Europa de una manera pacífica, tras décadas de divisiones y conflictos. Estos mismos autores dijeron con la Europa de los 15 y, posteriormente, con la UE- 25, que la ampliación extendería la estabilidad y prosperidad -a las que hemos aludido- a los nuevos países miembros haciendo de Europa un lugar más seguro. La base de estas ampliaciones se centra en el hecho de que el tamaño del mercado único debería empujar la economía de la unión y crear empleo, a la vez que aumentará la influencia de la UE en el mundo. Sería menos fácil para Alemania y Francia dominar juntas a una Europa ampliada. Hay indicios de que, para compensar esto, podrían estar dispuestas a colaborar más con Gran Bretaña. Uno de los temores en Bruselas era que, con 25 países en las mesas de negociaciones, las reuniones llevaran más tiempo y es más difícil tomar decisiones.

Los analistas más pesimistas predijeron un continuo estancamiento si los Estados miembros no estaban dispuestos a asumir ciertas concesiones y ceder parcelas de poder a favor del conjunto. Un reflejo de la mayor dificultad que se encuentra en la toma de decisiones la vemos en la Comisión Europea, que pasó a tener 25 miembros en lugar de 20. El Parlamento Europeo, por su parte, pasó a los 732 sitios en vez de 626. Esto significó que la mayoría de los estados miembros antiguos contaban con menos representantes en el parlamento europeo.Con la llegada de los 25 se acentuaron dos posturas contrapuestas. Por una parte, estaban aquellos que defendían su idea de que la prosperidad económica de los países occidentales se extendería a las naciones orientales, la mayoría de las cuales pertenecieron al ex bloque soviético. Estos autores sostienen que mientras más grande sea la UE, mayor será su influencia en el ámbito internacional. El segundo grupo lo forman aquellos que temen un estancamiento en el debate europeo debido al incremento de "oradores" en la mesa de negociaciones. Además, advierten contra la carga económica que podrían implicar los "nuevos" para los "viejos", ya que la situación económica y social de unos y otros es muy distinta y alertan de los posibles movimientos migratorios este-oeste que podrían producirse una vez abiertas las puertas a los vecinos que esperaron tantos años tras la Cortina de Hierro. Ya la Europa de los 25 se ve, en general, como muy diferente a lo que era la Europa de los 15. Francia y Alemania ya no podrían dominar el escenario europeo debilitándose así el "motor" de la UE y se esperaba que los nuevos estados miembros frenaran el ritmo de formulación de políticas de la unión.

A este cambio hay que unir el hecho de que las instituciones de la Europa de los 15 no son válidas para la nueva Unión. Esta reforma plantea importantes desencuentros entre los estados miembros: la composición de la Comisión, el voto ponderado de cada país, los poderes del Parlamento. Lejos quedaba el Tratado de Maastricht. O, mejor dicho, del Tratado de la Unión Europea, firmado en la ciudad holandesa de Maastricht en diciembre de 1991, que entró en vigor el 1 de noviembre de 1993. Nacía la Europa de los Quince: España, Portugal, Francia, Italia, Grecia, Austria, Alemania, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Reino Unido e Irlanda. En el Tratado se distinguían entre otros una serie de beneficios económicos y sociales que resumiremos en los siguientes puntos:

ü       Reforma institucional: El voto por mayoría cualificada, que otorga a cada Estado miembro un número de votos proporcional a su población, sería el procedimiento normal.ü       Unión económica y monetaria: para alcanzar la moneda única, los Estados procederán a la convergencia de sus economías, reduciendo la inflación, el déficit y la deuda pública.ü       Fondos de cohesión: destinados al desarrollo de las regiones más atrasadas.ü       Ciudadanía europea: Los ciudadanos serán amparados por las instituciones de todos los Estados miembros. Por ejemplo, si viven en otro país de la Unión podrán votar en las elecciones municipales de donde estén residiendo. 

P

ero para tener una visión más clara de la evolución de la Unión Europea y de los avances y retrocesos que ha sufrido este proceso vamos a realizar un análisis global que comienza con la creación de la CEE.Tras la II Guerra Mundial, los países de Europa se encontraban en una profunda crisis moral y económica. Una Europa marginada por las 2 superpotencias formadas tras la guerra fría (Estados Unidos y la Unión Soviética) que la mantuvieron dividida en 2 bloques enfrentados. No obstante, la existencia de un actitud de cooperación y superación del pasado hizo posible la puesta en marcha de proyectos que buscaban solucionar o reparar las graves consecuencias que ambas guerras mundiales habían provocado en el continente y superar la crisis económica, constituyendo plataformas internacionales de cooperación económica. Las más importantes fueron:  

· La creación del Fondo Monetario Internacional (FMI)
· La creación del Banco Mundial (BM)
· La constitución de la Organización de Naciones Unidas (ONU)
· La creación de la OECE
   

A partir de aquí, mediante nuevos modelos de integración, se crearon los antecedentes de la Unión Europea, con la idea de unificar Europa: 

ü       La Organización Europea de Cooperación Económica (OECE), del 16 de abril de 1948, que fue la organización encargada de la organización del plan Marshal en Europa.ü       La convención del Benelux: creada en 1948 y formada por Holanda, Bélgica y Luxemburgo. Partiendo de una unión aduanera se llegó a un mercado común, alcanzado en 1958 con el Tratado de la Haya. 

En pocas décadas, la actual Unión Europea pasó de ser un homogéneo grupo de media docena de países desarrollados, que iniciaban su andadura con una unión aduanera, a constituir una sólida unión económica de quince países con economías diversificadas, una unión monetaria que abarca a doce de ellos y una serie de instituciones políticas, jurídicas y económicas capaces de sostener e impulsar desarrollos en todas las áreas de actividad que caracterizan en la actualidad a una gran comunidad en la esfera global. La Unión Europea cuenta hoy con 25 miembros tras una histórica ampliación hacia el sur y el este con la adhesión de Polonia, Eslovenia, Eslovaquia, Hungría, República Checa, Estonia, Lituania, Letonia, Malta y Chipre. La llegada en bloque de estos 10 nuevos estados constituye la ampliación más importante desde el inicio de la construcción europea, en 1957.

La población de la UE aumentó en unos 75 millones de habitantes, 39 millones de ellos correspondientes a Polonia, el más grande de los nuevos miembros. Tras esta ampliación, la UE cuenta con 450 millones de habitantes, desde los Estados bálticos a las islas mediterráneas de Malta y Chipre. Este proceso se ha ralentizado e incluso detenido temporalmente. En el curso del mismo se han dado períodos de intenso desarrollo en todos los frentes, incluso en circunstancias poco favorables. Algunos de estos desarrollos, ocurriendo simultáneamente, han puesto a prueba con éxito la capacidad de los países miembros para concebir metas ambiciosas y conseguirlas. Tal ha sido el caso de la moneda única, que constituye una frontera a partir de la cual se imponen desarrollos políticos e institucionales característicos de las etapas más nobles de un proceso de integración. Toda esta profundización de la Unión Europea ha venido dándose, como se ha dicho, en un contexto de constante ampliación.

En estos momentos, la Unión Europea sin dejar de profundizar en sus logros más característicos, se encuentra plenamente movilizada en pos de una ampliación de escala continental que la llevaría a contar, en apenas una década, con casi treinta miembros. Este reto es de una envergadura sin precedentes y determinará el papel que Europa haya de jugar en el contexto global en las próximas décadas. La ampliación de la UE que tuvo lugar en 1995 para admitir a Austria, Finlandia y Suecia, anteriores miembros de la EFTA, supuso un cambio sustancial en la Unión. La UE-25 es, sin embargo, diferente de las anteriores debido al elevado número de candidatos, a las especiales circunstancias económicas y políticas de los nuevos miembros potenciales y al reto de gobernabilidad que implica una Unión de casi treinta miembros fuertemente orientada hacia la integración continental. Las consecuencias de este desarrollo se hacen patentes en numerosos ámbitos de la vida colectiva e individual de los ciudadanos de la Unión. En el plano político, el diseño de las nuevas reglas de representación y decisión, reforzando la esencia democrática de la Unión. En el plano de las libertades, los derechos humanos y la defensa de las minorías, Europa tiene al alcance de la mano una posibilidad real de instaurarlas en una escala continental generando una seña de identidad y una referencia global, sostén, a su vez, de la enriquecida diversidad que surgiría de la ampliación. En el plano económico las consecuencias se hacen sentir en todos sus rincones. La intensificación y diversificación de los flujos de bienes y servicios, capital y trabajo y la extensión del mercado interior, y su plena liberalización provocan un cambio estructural en determinados sectores y regiones. También contribuyen a un aumento del crecimiento potencial de la economía europea que beneficia especialmente a los nuevos países miembros. No dejan de darse, sin embargo, riesgos para las economías de los antiguos miembros de la Unión Europea, como siempre que se aumenta la exposición de la economía a las relaciones con el resto del mundo. Junto a las consecuencias generales de esta fase de ampliación de la Unión Europea, se dan repercusiones diferenciadas para cada uno de los antiguos miembros de la UE.

La ampliación de la UE: una oportunidad histórica

La ampliación ofrece una oportunidad única para poner fin a la división artificial que separó en dos al continente europeo a lo largo de casi seis décadas. No sólo las personas pueden desplazarse, estudiar y trabajar libremente sin verse limitadas por las fronteras nacionales, sino que también las empresas y las economías de la Europa Central y Oriental deben prosperar a medida que se implanta la economía de mercado. Toda Europa se beneficia así económica y políticamente de la creación de un mercado interior de 500 millones de personas.

La UE, antes de la última ampliación, ha superado ya cuatro procesos anteriores (en 1973, 1981, 1986 y 1995), gracias a los cuales ha pasado de los seis miembros fundadores a los 25 con que cuenta en la actualidad con unas diferencias notable entre los distintos Estados. Desde un punto de vista puramente económico, el PIB per cápita en niveles de poder adquisitivo con respecto a la media comunitaria varía desde un 79 % en Chipre y un 68 % en Eslovenia hasta un 23 % en Bulgaria y un 27 % en Letonia. Desde el punto de vista de su organización interna, la UE tuvo que adaptar sus propias políticas, finanzas y procedimientos de cara a una Unión de más de veinte miembros.

Debe subrayarse, además, que la Unión Europea no se reduce a una política económica o a unos simples objetivos económicos sino que también se refiere a valores concretos sobre una sociedad justa y equitativa con mayor nivel de vida y oportunidades para todos. Adicionalmente, el mercado y la moneda únicos constituyen importantes instrumentos para la consecución de objetivos económicos y sociales que deben ir acompañados de sólidas políticas de cohesión.Por lo demás, las transferencias regionales que inevitablemente han de implicar una importante redistribución de la renta no deben considerarse como una nueva forma de caridad. La ayuda financiera a las regiones con mayores problemas no sólo beneficia a estas últimas sino que sirve también para expandir el mercado de bienes y servicios producidos de las regiones actualmente más prósperas.

En definitiva, la política de cohesión es el aspecto más explícito de una solidaridad interesada o egoísta; y es también la que más visible resulta para los ciudadanos, puesto que con ella se abordan problemas del entorno de la vida cotidiana desde el punto de vista material.Asimismo, podemos decir que el avance de cada país no se correlaciona directamente con un antes y un después de su entrada en la UE. No es una cuestión de ayudas, sino también de políticas aplicadas por cada país en cada momento y de aprovechamiento del capital.Como ejemplo, la ampliación de la Unión a los PECO, a Chipre y a Malta supuso problemas muy importantes para la cohesión, dadas las considerables diferencias de desarrollo de las regiones de estos Estados en relación con los quince Estados miembros anteriores. Así, la Comisión propone que los futuros Estados miembros se beneficien progresivamente de las políticas estructurales según su capacidad de absorción.

Conflictos que se plantearon en la ampliación

Conflictos fronterizos. La ampliación no tiene porque equivaler a la importación de conflictos fronterizos. La perspectiva de la adhesión actúa como un poderoso incentivo para que los países adherentes resuelvan cualesquiera conflictos de ésta índole. Por otro lado, algunos países candidatos tienen contenciosos con otros países. La Comisión considera que, antes de la adhesión, los candidatos deberán esforzarse por resolver los conflictos fronterizos que tengan pendientes entre sí o con terceros países. De no hacerlo, deberán aceptar que tales conflictos se sometan al Tribunal Internacional de Justicia.

Apoyo estructural para los nuevos países miembros: En la última ampliación de la UE se partió de la idea de que el apoyo de los fondos estructurales y del Fondo de Cohesión debería aplicarse, en principio, a todos los países que se adhirieran. La solidaridad comunitaria de estas nuevas democracias enfrentadas a necesidades importantes de desarrollo está plenamente justificada, sobre todo en los ámbitos de las infraestructuras, los sectores productivos y los recursos humanos. Para evitar problemas insalvables de absorción, la ayuda anual debería aumentarse gradualmente respetando el límite general del 4% del PIB nacional, que se aplicaría conjuntamente a los fondos estructurales y al Fondo de Cohesión.

Criterios económicos para la adhesión: El Consejo Europeo de Copenhague señaló que, en el ámbito económico, la integración exigía: “la existencia de una economía de mercado en funcionamiento, así como la capacidad de hacer frente a la presión competitiva y las fuerzas de mercado dentro de la Unión”. Los países candidatos se ven obligados a llevar a cabo considerables progresos en la transición a una economía de mercado, que las ha conducido a la privatización y liberalización, si bien sus respectivas situaciones económicas varían considerablemente. La reforma se encauzó por vías diferentes dependiendo de los países. En cualquier caso, hay que apostar por la existencia de una economía de mercado en funcionamiento para lo que hay que cumplir una serie de condiciones:

·         Consecución del equilibrio entre la oferta y la demanda a través de las fuerzas del mercado, la liberalización del comercio y de precios. ·         La supresión de las barreras de acceso y salida al mercado más importantes. ·         La existencia de un sistema jurídico que incluya la reglamentación del derecho de propiedad; el cumplimiento y ejecución de leyes y contratos. ·         El logro de la estabilidad macroeconómica mediante una adecuada estabilización de precios, unas finanzas públicas y unas cuentas externas sostenidas. ·         Un amplio consenso sobre los fundamentos de la política económica. ·         Un sector financiero suficientemente desarrollado, a fin de canalizar el ahorro hacia una inversión productiva.

En su momento, la Comisión consideró que cinco de los países, República Checa, Estonia, Hungría, Polonia y Eslovenia, podían considerarse economías de mercado en funcionamiento, si bien en todas era necesario madurar y desarrollar en mayor medida algunos sectores importantes como son los mercados de capitales. También hay que apostar por la capacidad de hacer frente a la presión competitiva y a las fuerzas del mercado dentro de la unión. Esto requirió un nivel mínimo de competitividad en los principales sectores económicos de los países candidatos. Un aspecto fundamental es si las empresas tienen la capacidad necesaria para adaptarse y si su entorno fomentará la adaptación. Los elementos que se toman en consideración son los siguientes:

·         La existencia de una economía de mercado operativa, con un nivel suficiente de estabilidad macroeconómica que permita a los operadores económicos adoptar decisiones en un clima de estabilidad y previsibilidad. ·         Un volumen suficiente, con un coste adecuado de recursos humanos y materiales. ·         El grado de influencia de la política de Gobierno y la legislación en la competitividad a través de la política comercial, la política de competencia las ayudas públicas, el apoyo a las PYMES... ·         El grado de integración comercial de un país con la Unión antes de la ampliación: cuanto más integrado esté un país, menor será su necesidad de reestructuración tras la adhesión tanto en lo que respecta al volumen, como a la naturaleza de los productos objeto de intercambio con los Estados miembros.

Las ampliaciones futuras de la UE tendrán en cuenta los niveles de desarrollo regional de los nuevos miembros con vistas a evitar la presencia de “centros y periferias” en el propio seno de la comunidad.

Los efectos de la ampliación

Las oportunidades y los desafíos que brinda la última ampliación no tienen parangón con las anteriores ampliaciones. La adhesión no sólo supone transformaciones y cambios de gran calado para los países candidatos, sino también para la Unión en su conjunto para cada uno de los Estados miembros. Así, en primer lugar, esta adhesión conlleva un incremento considerable de la población de la Unión Europea, como hemos visto, convirtiéndola en una de las zonas más pobladas del mundo, al aportar los doce países candidatos una cifra superior a los cien millones de habitantes. Asimismo, en cuanto a la producción, la adhesión supondría un aumento del PIB comunitario, llegando a ser una de las áreas más importantes en cuanto a esta magnitud, aunque este incremento registrado no consigue evitar una reducción de la renta per cápita media comunitaria, debido al gran desnivel que se da entre los niveles de renta de los países candidatos con relación a los actuales.Por tanto, la incorporación de los nuevos Estados es un importante desafío para los países miembros no sólo en lo referente a las cuestiones políticas, que ya han planteado la necesidad de adaptar todas las instituciones comunitarias, sino también en el ámbito económico. En este sentido, este nuevo episodio de ampliación comporta una presión sin precedentes para el Presupuesto Comunitario, a través, fundamentalmente, de sus dos capítulos principales en términos financieros: la Política Agrícola Común (PAC) y la Política de Cohesión Económica y Social. A este respecto, la integración representa una extraordinaria oportunidad de creación de nuevos mercados de exportación.

Los beneficios de esta ampliación podemos diferenciar efectos políticos y económicos: 

- La extensión de una zona de paz, estabilidad y prosperidad por toda Europa reforzando la seguridad colectiva. - La suma de más de 100 millones de consumidores en economías de crecimiento rápido a los 370 millones con los que contaba la UE antes de esta ampliación. Esto fortalece el crecimiento y crea puestos de trabajo, tanto en los antiguos Estados miembros como en los recién llegados. En el ámbito social: - Mayor unidad en pro de la defensa del medio ambiente y la lucha contra la criminalidad, la droga y la inmigración ilegal debido a la adopción por parte de los nuevos Estados miembros de la normativa comunitaria. - La ampliación refuerza el papel de la Unión en el escenario internacional. - Se aplica un único conjunto de normas comerciales y procedimientos administrativos de forma que las transacciones de las empresas que operan en Europa se simplifican. Asimismo, se crean condiciones más favorables para fomentar la inversión y el comercio. Asimismo, tenemos que hablar de consecuencias favorables específicas para los países que se incorporan a la Unión Europea ya que para su adhesión se han de cumplir determinados requisitos que, a la par, favorecen su grado de desarrollo.  -         En Europa Central y Oriental han surgido regímenes democráticos estables.-         Las reformas económicas llevadas a cabo en estos países han traído consigo elevadas tasas de crecimiento económico (el doble de la media reciente de la Unión Europea) y mejores perspectivas de empleo.-         La perspectiva de la adhesión a la Unión ha favorecido y fomentado este proceso, que ha contado con la ayuda económica de la Unión Europea.-         Todo ello se ha traducido en un incremento del superávit comercial de la Unión estimándose en 18.000 millones de euros, lo cual ha fomentado a su vez el crecimiento y la creación de empleo en los Estados miembros.

 Nuevas necesidades de financiación 

Tras la Ampliación, las divergencias de renta y riqueza entre países sin duda aumentan. A pesar de las crecientes necesidades de financiación con las que se encuentra la UE tras su Ampliación, se ocasionan desequilibrios presupuestarios dado el bajo nivel de renta de los países de la ampliación si no se planifica y reestructura la política económica de la UE. Las mayores necesidades se centran en las transferencias entre las diferentes prioridades de gastos y una determinación rigurosa de los costes. Una de las consecuencias previsibles de la resistencia a aumentar el volumen de gasto comunitario en el contexto de la Unión ampliada es la reasignación territorial de los flujos de transferencias comunitarias, tanto agrarias como estructurales, hacia los nuevos países miembros y, consiguientemente, la reducción de la cuantía de los fondos que recibirían los actuales beneficiarios. La política agrícola común Con la perspectiva de una futura ampliación de la UE se intensificaron las actividades destinadas a apoyar el proceso de reestructuración emprendido por los países de Europa Central y Oriental candidatos a la adhesión y estableció, entre otras medidas, una serie de instrumentos de preadhesión. El instrumento agrícola de ayuda de preadhesión SAPARD (programa especial para la agricultura y el desarrollo rural) se desarrolló en el marco de la Agenda 2000. Este programa, destinado a fomentar el desarrollo agrícola en los países de la Ampliación, ha tenido un presupuesto anual de 520 millones de euros durante el periodo 2000-2006. Los países de la Ampliación reducirían la media del PIB per cápita de la UE significativamente; en concreto el PIB medio per cápita en la UE-25 se sitúa alrededor de 12,5 puntos porcentuales menores que la media de la UE-15. 

La reforma institucional  

Con la nueva ampliación se produjeron algunos cambios importantes para simplificar el procedimiento de toma de decisiones en una Unión ampliada. Entre estas medidas podemos enumerar las siguientes: - la ampliación del voto por mayoría para nuevas políticas en el seno del Consejo de Ministros, sustituyendo así la unanimidad- un nuevo reparto de votos entre los Estados miembros en el seno del Consejo, con objeto de tener en cuenta la llegada de nuevos miembros- una nueva asignación de escaños en el Parlamento Europeo- el refuerzo de los poderes del Presidente de la Comisión Europea con relación a los Comisarios y sus carteras. La ampliación se puede considerar como un éxito si es un proceso transparente que cuente con el apoyo democrático de los ciudadanos de los Estados miembros y de los países candidatos. Por ello, es importante que los ciudadanos de la Unión y de los países candidatos comprendan qué significa la ampliación.  Como se ha visto, la Ampliación de la UE a 10 nuevos países en mayo de 2004 tuvo grandes repercusiones tanto en el terreno comercial como de inversión. 

Conclusión 

Podemos hablar de un nuevo escenario con nuevos actores y numerosos cambios que modifican la estructura social, económica, cultural y política de  la UE. Es un proceso de adaptación y de implementación de nuevas políticas que deben incluir los nuevos intereses de los Estados miembros. Es necesaria una continua revisión de las estrategias a seguir y una reestructuración que permita ajustarse a las nuevas dimensiones de la Unión Europea. El crecimiento debe ir acompañado de políticas coherentes que hagan de ese crecimiento un  factor positivo y no un elemento de discordia y desunión.  La ampliación produce una serie de efectos positivos que permiten crecer a la UE en cuanto a su protagonismo internacional así como su potencial social y económico; un potencial que la impulse por fin a desafiar la hegemonía de EEUU. Hablamos de la ampliación del mercado europeo, del aumento de la extensión y de la población, del aporte social y cultural de cada país al conjunto. En definitiva, de una UE amplia y diversa que mantenga su cohesión para aprovechar su potencial. Sin embargo, hay que señalar que los intereses nacionales priman sobre los intereses supranacionales haciendo tambalearse la estabilidad de la UE. A mayor número de países, mayores enfrentamientos y diferencias que hacen muy difícil el acuerdo. Todavía estamos lejos de la verdadera cooperación que implicaría la búsqueda del beneficio común sin olvidar los intereses de cada país miembro. Esto se hace más difícil con la incorporación de nuevos Estados, con sus peculiaridades y sus diferencias. Es grande el esfuerzo que debe hacerse para que los sub- bloques dentro de la Unión no aparezcan, porque ese esfuerzo debe ser común: por parte de los nuevos Estados y los antiguos. La gestión de un gigante requiere el diseño de unas estrategias globales con la participación conjunta de todos los actores implicados sin discriminación y aunando todos los intereses. Sino, la ampliación puede generar conflicto y desunión; unos factores que desestabilizan a la UE y que suponen un respiro para aquellos que miran con recelo a una Unión con un potencial capaz de cambiar la actual estructura internacional.          

La incorporación de Turquía

E

n diciembre de 2004, los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea decidieron abrir las negociaciones con Turquía para su ingreso en la UE ya que Europa necesita una Turquía estable, democrática, próspera, en paz con sus vecinos. Es un interés estratégico de la UE en un momento en que las relaciones con el mundo musulmán revisten una importancia crucial. El proceso de negociaciones es un medio eficaz de alcanzar ese objetivo. El ingreso de Turquía no se ha efectuado, pero de todos modos este país puede beneficiarse con las negociaciones. Ese proceso es asimismo provechoso para solucionar el problema chipriota.

El asunto de Turquía es una prueba para la UE, que se halla ahora en un período de ampliación y transformación. Además de los problemas que conciernen a las negociaciones de entrada, probablemente los miembros de la UE no llegaran a un acuerdo sobre las consecuencias de otorgar membresía a Turquía. Primero, aceptar a Turquía podría meter a la UE en un "embrollo". Con la afiliación de ese país, la UE extendería su frontera hasta el Medio Oriente, región considerada en general como extremadamente peligrosa. Si Turquía se involucra en un conflicto allí en el futuro, la UE no podría quedarse de brazos cruzados. A causa de su política exterior establecida y de su capacidad limitada, la UE encontraría difícil ejercer influencia en otros campos que no sean político, diplomático y económico. Esto es lo que se teme desde la UE.Según algunos autores, aceptar a Turquía podría disolver la UE desde el interior por lo que la inclusión de Turquía significaría el fin de la UE aunque se conservara en nombre. Tal como señala el ex Presidente de la UE Valery Giscard d'Estaing, conceder membresía a ese país equivaldría "declarar fin a la Unión Europea".

Aspectos a tener en cuenta para la adhesión 

Geopolítica   

Desde un punto de vista geográfico no puede decirse que Turquía sea europea, su capital no está en Europa y el noventa y cinco por ciento de su población es asiática. Turquía hace frontera y está en contacto directo con numerosos países musulmanes y eslavos y es una potencia importante en el mar Negro, el Mediterráneo, el Cáucaso, Oriente Próximo y el Golfo Pérsico. En razón de su ubicación, cruce de caminos de varias civilizaciones y múltiples culturas, tiene su propio destino geopolítico, y es lógico que tenga un papel determinante de cara al futuro en la zona. Asimismo, es un protagonista principal para el despliegue de redes de transporte energéticas que abastecen a Occidente.  Ciertos enfoques afirman que los intereses geopolíticos de Europa aconsejan que Turquía se integre en la UE. Y piensan que el ingreso de Turquía tiene fundamentos políticos, estratégicos, que puede aportar estabilidad  a la UE desde el punto de vista demográfico, militar y, finalmente, puede que incluso también en el aspecto económico.  Afirman los defensores de esta tesis que su ingreso daría un nuevo ímpetu a la política exterior de la Unión y que las capacidades militares de Turquía reforzarían la política europea de seguridad y defensa. En cualquier caso, la sociedad europea tiene que madurar y pensar que su propia seguridad tiene que depender en gran medida de sus propios medios.  Por otra parte, Europa debe estrechar cada vez más sus lazos trasatlánticos pero tiene que pensar en sus propios intereses y no puede asumir un papel geopolítico que no le corresponde. Situar sus confines en un espacio lleno de tensiones y conflictos y que le es totalmente ajeno atentaría contra su propia seguridad. Si la UE admitiese en su seno a Turquía, ésta dejaría de ser el “colchón” de seguridad que separa a Europa de Oriente Medio. Y podría encontrarse en sus propias fronteras problemas  que hoy en día no le afectan directamente.  No cabe duda de que la integración de pleno derecho de Turquía pondría fin a los sueños más audaces del proceso de unificación europea emprendidos hace más de cincuenta años por los padres fundadores de la llamada Europa política.  

Economía y Finanzas

 Todo país que desee unir su destino a la UE tiene que cumplir una serie de criterios económicos, aparte de los políticos. Turquía ha recorrido una parte considerable del camino hacia su  integración económica. Según los Criterios de Copenhague, los países candidatos deben tener un sistema económico de mercado bien desarrollado y la capacidad de competir dentro del mercado único de la UE. En el informe elaborado por la Comisión Europea en 2004, se decía que Turquía no satisfacía los criterios económicos a pesar de la buena marcha de su economía en los últimos años.  Turquía aún tiene mucha tarea por delante a la hora de ajustar su economía para la entrada en la UE. El crecimiento económico tuvo una importante alza en la primera mitad de los años noventa, pero no  ha logrado mantener esos niveles. El producto interior bruto per capita es inferior al 30% de la media de la UE-25, siendo el poder adquisitivo por habitante una quinta parte del correspondiente a los antiguos países de la Unión y la mitad de los diez nuevos países miembros.   Turquía es un país que necesitará muchos años de ayuda financiera.  Tiene el triple de agricultores que el conjunto de la UE; esto significa que si llegara a ser miembro de la Unión ni la estructura económica de la PAC, ni los Fondos Estructurales podrían sostenerse. Los fondos del FEOGA se estima que podrían representar del orden de 12.000 millones de euros anuales. Europa debe tener esto en cuenta y debe considerar que Turquía podría necesitar para modernizar su economía unas ayudas financieras que se estiman entre 30.000 y 60.000 millones de euros.  Muchos europeos temen que la entrada de un país tan grande y poco desarrollado pueda añadir problemas adicionales a la economía europea que crece con dificultad. Lo cierto es que el ingreso de Turquía no ocurrirá antes de 2015 y cabe esperar que para esa fecha los países de la UE hayan resuelto gran parte de sus problemas económicos internos. En caso contrario, sería la propia Turquía la que se pensaría dos veces si le interesa formar parte de un club de crecimiento lento.   

Demografía

 Europa ha logrado un nivel de paz y de prosperidad sin precedentes en su larga historia, pero está perdiendo la batalla de la demografía y no es capaz de reponer su población. Parece como si el progreso y el éxito llevaran implícito la falta de descendencia y el “suicidio demográfico”. Europa debería haber reflexionado seriamente sobre cómo resolver el problema del envejecimiento de la población. Las soluciones podrían ir desde el apoyo a la familia hasta la inmigración controlada y que cuantitativamente y cualitativamente pueda ser asimilada por la sociedad europea.  Algunos autores pretenden resolver el problema demográfico europeo con la entrada indiscriminada de inmigrantes y la adhesión de Turquía. Este país tiene en la actualidad 72 millones de habitantes y se estima que para el año 2050 se sitúe en los 100 millones, año en la que la mayoría de los países de la UE, en contraste, sufrirán caídas importantes en sus cifras de población nativa con respecto a las que existen hoy en día. Turquía cuenta con una población casi tan numerosa como el conjunto de los diez nuevos Estados miembros.  Además, la inclusión de Turquía en la UE podría poner en peligro la  estabilidad social europea que no soportaría las fricciones de tal avalancha. Además, en un futuro muy inmediato, tendría como resultado que un país no europeo se convertiría en el Estado miembro con más población, mayor capacidad de influencia en la UE y con el consiguiente desequilibrio en su funcionamiento institucional.  

Religión 

Los aspectos religiosos, culturales y valores fundamentales en general son relevantes y no se pueden soslayar a la hora de considerar la adhesión de Turquía dadas las posibles repercusiones a medio y largo plazo. Se trata de un país no occidental y por lo tanto no se debería presumir que poseen una serie de valores que sólo suelen darse en occidente. La población de Turquía es musulmana en un 99% y hay que considerar que la integración en la UE de un país que agrupa setenta millones de musulmanes podría ser un factor relevante de desequilibrios y de tensiones a medio y largo plazo.  Turquía es una sociedad que ha recuperado recientemente sus libertades religiosas y estas son aspiraciones legítimas. Actualmente es difícil calibrar el alcance de la fe y la práctica religiosa. Lo cierto es que hay una serie de síntomas en la sociedad al respecto:  

  • el sentimiento religioso crece durante las fiestas religiosas y los servicios religiosos festivos son retransmitidos por televisión;
  • van en aumento las solicitudes para hacer la peregrinación a la Meca, el año pasado había cuatro veces más candidatos que el contingente estipulado para Turquía;
  • se están acrecentado los sentimientos islámicos, en parte debido a la propagación auspiciada desde el wahabismo saudita;
  • y el partido gobernante en Turquía es un partido islamista, con mucho arraigo electoral entre los jóvenes.

  Siguiendo otra línea argumental, algunos mantienen que un gran país musulmán dentro de la UE podría jugar un papel significativo en las relaciones de Europa con el mundo islámico y que los musulmanes residentes en Europa se sentirían más cómodos en una UE con cierta tendencia a islamizarse. Pero también hay que tener en cuenta que la integración de las personas de origen musulmán será tanto más difícil cuanto mayor sea su número.   Puede que el Islam en sí mismo no sea un problema y que los musulmanes, cuando están en mayoría, puedan convivir con gentes de otras religiones o agnósticos. Es posible que no sea la religión mahometana, sino el mal uso y abuso que se hace de ella lo que acrecienta el odio a Occidente y produce sociedades atrasadas y déspotas. Pero no se debe olvidar que el Islam no se expandió mediante la predicación, sino gracias a siglos de guerra santa contra las poblaciones no musulmanas. Y que las normas y procedimientos de la guerra santa que se crearon en los primeros siglos del nacimiento del Islam, fueron aplicados por todos los dominadores musulmanes tanto árabes como turcos y forman parte de la legislación islámica actualmente vigente. Si Turquía se viera arrastrada por la marcha del mundo islámico hacia el fervor fundamentalista, lo cual no se puede excluir, tendría graves efectos para Occidente.  

Cultura

 La pertenencia a una civilización implica una cierta homogeneidad entre las culturas que la componen ya que se comparten una serie de costumbres y principios. Esto conlleva una cierta armonía mínima y que la gente de una cultura se sienta cómoda en el seno de otra cultura y viceversa a pesar de las diferencias. Las distintas culturas europeas se integran en lo que se ha denominado Civilización Occidental.  Muchos turcos presumen de su origen europeo y de que muchos mitos europeos tienen su origen en el territorio que ocupa la actual Turquía. Aunque esto sea cierto en parte, no se puede obviar que Turquía es un país asiático cuya cultura y realidad histórica tiene su origen en pueblos asiáticos islamizados que supieron imponerse sobre la cultura bizantina y lograron erradicarla. El Imperio Otomano y su descendiente Turquía apenas compartió las experiencias históricas de Europa, todo contacto con la cultura europea tuvo un carácter imperialista mediante la conquista y la larga dominación otomana de una parte de Europa. Algunos achacan al dominio turco sobre esta región el retraso económico con respecto al resto de Europa.   

Posición de Turquía La adhesión a la UE es deseada por diferentes sectores de la población y por diferentes razones, algunas de ellas contrapuestas: 

  • Los islamistas están entusiasmados, porque les sirve para socavar poder a los militares y a los laicos.
  • Los laicistas están tan a favor de la adhesión como los islamistas y esperan que la integración fuerce la tendencia de Turquía hacia los valores occidentales.
  • Los militares piensan que salvaguardará la integridad de Turquía.
  • Los separatistas kurdos la ven como su salvación, por el tratamiento favorable de la UE hacia las minorías.
  • Los nacionalistas la contemplan como la confirmación política de la grandeza turca.
  • Los liberales esperan que Europa les sirva para diluir el chovinismo de los nacionalistas.
  • Desde la esfera política, se esperan las ayudas destinadas a las regiones pobres de Turquía.
  • Y la gente más pobre del país, está impaciente por poder emigrar al centro o norte de Europa.

 Como se puede ver, es un sistema de ecuaciones con múltiples variables e incógnitas cuya solución es complicada y cuyos problemas se entrecruzan. Lo deseable es que hubiera un debate interno serio entre los turcos sobre su propia identidad y sobre el destino que desean dar a esta gran nación. El ingreso en la UE no es la solución para los problemas de Turquía y no es realista esperar que la solución a sus tensiones internas provenga de fuera.   

Posición de la Unión Europea

 La UE, desde el principio, no se concibió como una comunidad cerrada, sino abierta a la incorporación de nuevos Estados europeos que sigan el procedimiento de adhesión a la misma, según lo previsto en el artículo 49 del Tratado de la Unión Europea.  Los políticos de la UE no han mostrado, desde hace varias décadas, el mínimo interés en aceptar a Turquía como miembro de pleno derecho. Se han realizado declaraciones diplomáticas afirmando lo contrario y para rechazar la candidatura turca han recurrido a todo tipo de excusas. No han sabido enfrentarse al problema con honestidad y firmeza y han ido posponiendo el problema. Ahora ha llegado la hora de enfrentarse con la realidad, se está a favor o en contra.  Los argumentos principales de los partidarios de la adhesión de Turquía son:

 ·         refuerzo de la potencia y el peso económico de la UE·         prueba definitiva de que la UE no es un "club cristiano"·         fracaso a la tesis del "choque de las civilizaciones" ·         fidelidad a los compromisos asumidos  Los partidarios de la adhesión no reconocen abiertamente que la Unión ampliada a Turquía congelaría el proyecto de convertirse en una entidad política con voz internacional.  

Conclusiones En principio no tendría que plantearse la situación de tener que negociar la adhesión de Turquía, porque sólo los Estados europeos pueden ser miembros de la Unión Europea. Turquía es un país próximo a Europa en el amplio sentido de la palabra y que tiene una elite occidentalizada. Pero eso no le convierte automáticamente en un país europeo porque: 

 ·         históricamente no es uno de ellos y su historia sólo converge con Europa como  imperio ocupante y a través de la guerra;·         su religión mayoritaria no es europea;·         su cultura no es europea, es un país que pertenece a una cultura ajena a la civilización occidental;·         sus valores fundamentales no son valores occidentales;·         geográficamente no es europea.   Además de la no-europeidad de Turquía, hay una serie de razones de peso para no haber considerado la integración plena en la UE. Estas son las siguientes: ·         Geopolíticas   ·         Económicas·         Demográficas          ·         Religiosas y culturales·         Diferencia de valores fundamentales.

La no-adhesión no quiere decir que se abandone a Turquía a su suerte y a las posibles tinieblas del creciente islamismo dado que no le conviene ni a Turquía ni a Europa. Además, sería poco ético dejar de lado a un pueblo que ha sido un leal aliado de Occidente en los tiempos de la Guerra Fría y que se esfuerza por lograr la modernidad. Pero entre eso y el sí a la adhesión hay un gran trecho; lo más razonable sería un pacto de cooperación reforzada que sirva para impulsar los valores occidentales, el desarrollo económico y social.  El proceso negociador es muy posible que lleve bastante más tiempo del empleado en otras adhesiones. Y no es fácil predecir si para más allá del año 2015 Turquía será miembro de la UE, ya que los cambios que se produzcan en el panorama político internacional pueden influir mucho de variadas formas en las posturas de ambas partes. La cuestión quedará abierta hasta entonces, los escenarios resultantes podrían ser: 

 ·         la adhesión plena·         incorporación a una zona económica europea·         y/o la colaboración estratégica   Esperemos que durante las prolongadas negociaciones salgan a la luz todos los aspectos claves y que una alternativa a la adhesión se vaya trazando progresivamente. No hay que pensar que la suerte esté echada del todo dado que el marco negociador es abierto. Todo dependerá de la evolución de la propia UE y de la capacidad de las dos partes para elaborar fórmulas sustitutivas atractivas y equitativas. A modo de ejemplo la asociación especial podría contemplar asuntos como:  ·         la participación de Turquía en la gestión de la política comercial de la UE;·         el control de la inmigración y la vigilancia en común de las fronteras turcas;·         el establecimiento de una política de ayuda al desarrollo específica para Turquía;·         cooperación reforzada en asuntos de política exterior, de seguridad y defensa;·         cooperación en temas de medios de comunicación y en materia cultural;·         la solución de la cuestión chipriota.  

Una fórmula encaminada a la colaboración y la cooperación estratégicas reduciría simultáneamente los riesgos para la UE y las dificultades para Turquía derivados de una posible adhesión. Asimismo, permitiría a ambas partes desempeñar su papel correspondiente en dos regiones que son distintas, pero que son claves para la estabilidad mundial.  

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